miércoles, 2 de enero de 2013

Contraportada de fín de año




Ventanas cerradas a medio claudicar, rejillas de luz se cuelan. Luceros azules se reflejan por las paredes, tunsgenos y tristes. La cabeza se ubica; ¿Dónde estoy? me pregunté. Por aquel entonces yo estaba desangelado.


 Y mientras recordaba, un escalofrío, subió por los dedos de los pies hasta llegar al pecho. Se enfrío el corazón. Se encogieron los músculos de la garganta y los ojos se humedecieron. Otra vez el alcohol había hecho meya en mis sentidos cuando, de repente, entro en mi sinrazón un profundo sentimiento de culpa que afloró de golpe y porrazo.


Desde una vista ajena me reencuentro solo en una habitación desordenada. Me incorporé entre perfumes de mujer y tabaco. Pero la cama estaba vacía lo lamenté-. Me levanté lentamente estirando extremidades y bostezando, me froté la cara con las manos. Los ojos se calibraron y empezaron a funcionar. Se vislumbró la ropa en el suelo. Y las imágenes de ayer bailaron sobre mí cabeza.


Fogonazos de calor y vasos de vidrio. Botellas de ginebra medio vacías en un hotel cerca del puerto. Una habitación pequeña. Con dos camas y dos chicas preciosas en cada una de ellas. Invitando a beber y yo, acomodado en la seguridad que otorga el estar bien acompañado, me deje llevar.


Fotogramas caminando por el puerto, cogido de la mano, seguro y feliz. Hechizado por la noche sin saber que no es magia lo que me hacía estar contento, sino un embrujo, magia negra.


Sonaba música y más copas de vidrio, barras americanas de madera y risas, fuego y cálidos susurros a distancias cortas. Más tarde enfados y lágrimas. Lágrimas en la playa y arena en los bolsillos, en las botas y en el pelo. Arena de reloj que arrastra el oleaje de la playa de Barcelona y va quemando el tiempo que nunca tendría.  Como el reflejo de la luna en el mar, me voy deshaciendo hasta deformarme en un ser irreconocible y perdido. Es tarde, pero de eso me daría cuenta al día siguiente. Cuando el fuego se apagase. 

Cuán difícil resulta pedir perdón, cuando te sabes exento de él. Lo único que te lleva a seguir adelante es ese desgarro en el toraxs. Ese maldito calambre dentro del pecho, una línea muy fina que supone ser feliz o sentir añoranza de algo que no pudo ser, y nunca se sabrá. Una pequeña e insignificante línea que como ocurre en muchos otros lugares, puede significar la paz, o la guerra. Me podría declarar una víctima de guerra me dije. Pero en el fondo un valedor de la misma merece ser juzgado. Y ahí estaba yo. Solo, delante de la culpa. Con la condicional, sabiendo que no la podía volver a cagar y sin abogado de oficio. Es entonces cuando decidí escribir esta carta.


Es cierto que herí el corazón de a quien había depositado cierta confianza en mí, es cierto que perdí el control aquella noche y no logro recordar claramente que ocurrió. No espero perdón, pues no soy merecedor de él, quizá una oportunidad estaría bien. Lo que sí que no me importa es luchar, y en eso es en lo poco que me puedo considerar bueno.


Finalmente me gustaría citar a Charles Bukowski con un poema no hay nada peor que cuando alguien sabe que es demasiado tarde


there are worse things than being alone but it often takes decades to realize this and most often when you do it's too late and there's nothing worse than too late


Aquí os dejo a pie de pagina al mitico Hank Bukowski, no tiene desperdicio; "Burn into this" http://www.youtube.com/watch?v=y4nyJnXhXKM

Saludos.


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